¿Y tú, a qué jugabas? Primera parte

Este año, los reyes magos me han traído un regalo inesperado. Se trata del juego de mesa La fuga de Colditz.

Para aquell@s que no lo conozcan, se trata de un divertido juego de tablero editado en los años 80, cuyo objetivo es fugarse de una prisión nazi de alta seguridad. Dicha prisión existió en realidad, y fue el lugar al que enviaban a los más problemáticos oficiales aliados capturados durante la segunda guerra mundial.

Estuve jugando durante el fin de semana pasado y debo reconocer que me volví a divertir como la primera vez. Ello hizo que volviesen a mi memoria las imágenes de otros memorables juegos que también marcaron una época en mi vida y que seguro que much@s de vosotr@s también conoceréis.

El secreto de monkey island

La primera vez que lo jugué fue allá por 1989, en un Commodore Amiga 500 (mítico ordenador) y a partir de ese día los juegos de ordenador se hicieron un hueco permamente en mi agenda lúdica. El secreto de monkey island o simplemente monkey island, como normalmente era conocido, fue la semilla de lo que posteriormente vendrían a ser las videoaventuras tal y como las hemos conocido. Tras esta primera entrega se sucedieron otras tres más, aunque salvo quizás la tercera, ninguna de las otras volvió a tener esa chispa tan especial.

Debo añadir además, que no entiendo cómo a estas alturas y dada la costumbre de llevar al cine los títulos más aclamados de la industria del videojuego, aún no se ha hecho ninguna película basada en éste.

Duke Nukem 3D

¿Qué decir del gran Duke Nukem 3D? Sencillamente supuso un antes y un después en el mundo de los juegos en 3 dimensiones. Adictivo y envolvente, rápido, casi frenético (a veces incluso te llegabas a marear), adelantado para su época (en el modo cooperativo podían participar hasta 4 jugadores en red). Aún recuerdo la primera vez que lo probé. Si la campaña era adictiva, más aún lo eran los mapas individuales en la modalidad Duke-Match (the big city, EDF Base, Battlefield, Arena 3D, Congo 4, etc.). Resultaba emocionante saber que aquel sprite en baja resolución que se movía por la pantalla y te acribillaba a balazos, era tu colega de al lado que te dedicaba una muerte rápida con la mejor de sus sonrisas. Por no hablar de algún que otro pequeño bug, que provocaba que tu mejor misil atravesase el cuerpo de tu contrincante sin provocarle el menor daño. Fenómeno que curiosamente no se solía dar a la inversa.

Hoy en día y con toda la tecnología existente (motores 3D, shaders, DirectX, OpenGL, etc), cuesta encontrar títulos que sigan conservando esa chispa que el viejo Duke Nukem 3D tenía.

Dungeons & Dragons

El juego de rol por excelencia. Decir rol es decir D&D. La primera vez que oí hablar de él, me picó la curiosidad, cuando hojee el primer libro de reglas, decidí que quería probar, y cuando jugué la primera partida supe que no me cansaría de él jamas. Debo aclarar que siempre que he jugado a Dragones y Mazmorras (que sería la traducción al español), lo he hecho como director de juego o Dungeon Master, como dirían los anglosajones. Y os puedo asegurar que no existe otro juego de rol, donde el creador de la aventura tenga tantos recursos y opciones como en éste. La lista de módulos (aventuras creadas por terceros) es enorme, aunque yo siempre he jugado con aventuras creadas por mi.

Algún día os contaré algunas de las "imaginativas" soluciones que algunos de mis jugadores han utilizado en alguna partida y coincidiréis conmigo en que el razonamiento humano muchas veces brilla por su ausencia. Si queréis probar un modo de entretenimiento sano y divertido, que fomenta la sociabilidad, el intelecto, la imaginación, la cultura, y que os va proporcionar muchas horas de diversión, no lo dudéis, jugad a rol

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Existieron más, y en otra ocasión os hablare de ellos. Pero por no alargar más esta entrada la doy por finalizada

Un saludo y hasta pronto.

La solicitud

El funcionario observó con desprecio al hombrecillo al otro lado del mostrador. Lo había visto deambular durante los últimos tres días, de despacho en despacho y de ventanilla en ventanilla. Vestido con un pesado abrigo, arrastraba una vieja maleta agrietada que mantenía cerrada con varios cordeles anudados. Lo había visto llegar cada día, con esa expresión lastimosa y avergonzada que tanto odiaba, con la mirada atada a los cordones de sus gastados zapatos y el pelo arremolinado sobre la frente. Lo había visto dirigirse a otros compañeros de la Delegación, con una voz intermitente, con la garganta muda por la desesperación y los ojos acuosos.

¡Dios, cómo odiaba a esa gente! ¡Cuánto asco podía sentir cuando alguno de ellos se acerca hasta él! Había ocasiones en las que incluso llegaba a asfixiarse con el salado tufo de su sudor. ¡Para él, no había duda, eran gente mediocre e inferior!

El funcionario se ajustó las lentes sobre el puente de su nariz con un leve movimiento de la mano derecha. Miró al hombrecillo que tenía frente a él y en un claro gesto de desaprobación, le devolvió el documento que segundos antes le había presentado.

—No puedo darle el visto bueno, puesto que su solicitud no está en regla, dado que contiene errores de forma. —indicó sin dar más detalles. Y acto seguido dejó de prestar atención al recién llegado, para retomar su lectura del periódico.

El hombrecillo de la maleta cogió el papel sin entender las palabras del funcionario y permaneció un instante con la mirada perdida. Después, volvió a tender el documento hasta el responsable del mostrador. El funcionario levantó la vista por encima de las gafas y miró desafiante al individuo que lo molestaba desde el otro lado. Sostuvo de esta forma la mirada, hasta que el dueño de la maleta agachó la cabeza y se marchó. Llevando en una mano sus pertenencias y en la otra, la solicitud rechazada.

Otro responsable de la Delegación que pasaba en ese momento junto al mostrador, vio al hombre de la maleta salir del edificio y pregunto con interés

—¿No es ese hombre, el emigrante que lleva tres días a la espera de un visado?

—¿Cuál? ¿El de la maleta? Si, es él. Pero no tenía la documentación en regla. —respondió tranquilamente el funcionario.

—¿En serio? Pero si ha pasado el pobre por todos los despachos de esta Delegación. ¿Cuál era el fallo en su solicitud?

—Uno muy grave. Escribió Delegación sin acento.

J. G. B. - Mayo, 2007

Bienvenid@s

En efecto, porque este es el inicio, y como inicio, sed bienvenid@s.

Ya estoy aquí. Por fin me he decidido y he creado mi propio blog. Después de visitar una infinidad de páginas personales y una larga lista de blogs, después de imaginar qué contenido incluir y qué forma dar al envoltorio, me he liado la manta a la cabeza y me he puesto manos a la obra. ¡Que Dios me pille confesado o en su defecto recién comido!

Bromas aparte, inauguro por fin el que espero sea, un pequeño rincón, al que tú querid@ visitante estarás siempre invitad@. Un digitalizado pedazo de papel, en el que cada tanto en cuanto, iré escribiendo palabras y frases, inconexas unas y ordenadas otras, que a modo de radiografía del alma, servirán para mostrarme ante ti.

A buen entendedor no hacen falta palabras, y entre las líneas de lo que ha de ser escrito, dejaré gran parte de lo que pienso y lo que soy. Este es mi propósito y como tal, espero llevarlo a buen puerto. Si no fuese así, querid@ visitante, te ruego tengas paciencia y seas indulgente con éste, tu anfitrión.

Y como no quiero demorarme más y ya es hora de dejar por escrito algo de lo anunciado, te saludo de nuevo y quedo a la espera de tu pronta visita.

Un saludo.


¿Qué decir de mi? Aprendiz de todo y maestro de poco. Aquí os dejo una pequeña muestra de lo que soy. Leves retazos de lo que me llena y lo que me inspira. Lo demas, aquello que es obvio, lo descarto por no ser de especial interes, ni para mi, ni para los que por aquí se dejan caer.

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